viernes, abril 20, 2007

miércoles, mayo 17, 2006

Hablemos de milenarismo

Joya literaria y de erudición


Estoy seguro que mi amigo Stobeo, a quien debo mi primer conocimiento hace años de esta auténtica joya literaria, podría ampliar sobradamente el brevísimo comentario. Editada la traducción completa por la Asociación Española de Psiquiatría (1997-2002) en tres volúmenes, ve ahora la luz esta otra edición abreviada de Alianza Editorial con prólogo y selección de Alberto Manguel basada en la anterior. Sin duda se hacía necesaria esta nueva aportación ya que la de la AEP es de difícil acceso y tiene su segundo volumen absoluta e incomprensiblemente agotado. Por otra parte, al tratarse de una obra extensa esta es una buena forma de introducirse a través de una rigurosa selección de los textos más significativos y disfrutar de su increíble riqueza literaria.
Robert Burton (1577-1640) reúne las cualidades heterodoxo-diletantes en grado supremo. Su grandísima pasión era la lectura y una inmensa curiosidad por una gran variedad de temas. Aunque su vida fue solitaria y retirada su Anatomía de la Melancolía constituye un hito de erudición y un claro precedente de la psicología. Su estudio del temperamento humano es impresionante, apoyándose en una variedad infinita de fuentes disponibles en su tiempo, con lo que la riqueza de los textos es considerable, no en vano llegó a ser bibliotecario en Oxford. Su influencia se deja notar en escritores de la talla de Milton, Lamb, y Keats (al que le inspiró Lamia y la Oda a la Melancolía). En definitiva, como nos dice el preparador de la edición, es una obra fundamental de la cultura.

¿Sicalipsis?

Curioso vocablo hoy en franco desuso. No así entre los heterodoxo-diletantes. Permitidme que ponga un comentario de Amando de Miguel acerca de sicalipsis.

"José Antonio Martínez Pons recuerda que el adjetivo sicalíptico proviene de un empresario del género de revista que, al describir el éxito de un espectáculo, quiso decir “apocalíptico”. Realmente fue un trabucamiento, pues dijo “sicalíptico” y así quedó. Hay otra versión, creo que más auténtica. La palabreja sicalipsis ─ para aludir a los espectáculos pornográficos o simplemente pícaros─ fue inventada en una tertulia como una chanza. Viene del griego sikon (= higo) y aleifis (= frotar). No puedo ser más explícito sin que me acusen de horrendos crímenes. Fue una palabra de moda hace un siglo, pero hoy está en desuso. Amenazo con publicar una biografía fantaseada de Felipe Trigo, maestro de la novela “sicalíptica”, aunque él prefería la calificación de “erótica”."

Declaración de intenciones

Comienza el experimento de redactar un blog. Mi experiencia en este tipo de publicación es ninguna. Supongo que estas cosas se hacen con el sano afán de que te lean los amiguetes y poco más. Va dedicado a mi buen amigo Stobeo que quiere iniciarse en el proceloso arte de las páginas web, aunque yo le recomendaría que empezase por un blog.
Lo he titulado Heterodoxia y Diletancia porque creo que estos dos términos condensan la filosofía que pretendo seguir en esta modesta aventura. Heterodoxia en el sentido mas amplio posible, quizás no tanto en su acepción literal de disconformidad de opinión con respecto a lo ortodoxo, sino mas bien entendida como diversidad; tanto de temas como de puntos de vista.
La Diletancia siempre se ha considerado como algo en cierto modo peyorativo. Cuando a alguien se le dice que es un diletante no se le está elogiando normalmente. Se pretende calificar a quien se le aplica este adjetivo de poco profundo o no suficientemente preparado en el conocimiento de determinada materia. Esta acepción se ajusta a las expuestas en los diccionarios. Sin embargo, si introducimos en Google "define:diletancia" nos aparecen dos acepciones que se aproximan más a la filosofía de este blog: 1. Persona que se dedica a un arte o ciencia por diversión, sin vocación. 2. Aficionado al arte; sinónimo de amateur; sus intereses no son profesionales y actúa por puro gusto. De tal forma que el que practica la diletancia en este sentido supongo debería estar más cerca de un Montaigne, que para mi es un gran diletante, que de un charlatán. Al fin y al cabo creo que el ensayo es en cierto modo una forma de diletancia. Mi pretensión es pues, expresándolo en términos coloquiales, hablar, en este caso escribir, de lo humano y lo divino.